Ante la actual crisis fiscal, mucho se comenta sobre los instrumentos fiscales y las decisiones que se tienen que tomar en torno a la deuda y el déficit. No obstante, hay otros elementos a considerar. Si bien las casas acreditadoras nos hablan de que para encaminar a Puerto Rico, tenemos que reducir el gasto gubernamental y atender asuntos como los sistemas de retiro, también insisten que un componente fundamental es tener una visión de desarrollo económico clara y definida.
En el primer punto, por ejemplo, lejos de mantener o reducir el presupuesto, esta administración decidió aumentar el presupuesto en 800 millones de dólares (Mensaje de Presupuesto, 2013). Es importante recalcar que esto ha tenido efectos devastadores para la economía. Al aumentar el presupuesto (e imponerle más contribuciones al pueblo), el Gobierno tenía la esperanza de lograr más recaudos. Sus proyecciones fallaron por cientos de millones de dólares. Por lo tanto, las agencias recibieron menos dinero del que tenían presupuestado. ¿Cuál fue el resultado? Que las agencias dejaron de pagarle a las corporaciones públicas, como la AEE, que ahora está en una situación precaria porque no tiene liquidez económica.
En cuanto a la visión de desarrollo económico, todavía no se ha articulado un plan coherente con el objetivo de potenciar los sectores que generan riquezas y empleos. He argumentado en el pasado que este plan debe de tener como elemento fundamental el empoderamiento de los pequeños y medianos comerciantes y empresas (las PYMES). ¿La razón? En EE.UU. y otras jurisdicciones las PYMES son las que generan riquezas y empleos (Kauffman Foundation).
Para lograr ese empoderamiento de las PYMES, debemos comenzar quitando obstáculos que interrumpen el crecimiento económico y la creación de empleos. Esto incluye reducir las altas tasas contributivas, agilizar y acortar al tiempo mínimo el proceso de obtener permisos, bajar los costos energéticos, descartar la reglamentación excesiva, ineficiente, anticuada y contraproducente.
Además de eliminar obstáculos, el Gobierno debe asumir un rol facilitador. En colaboración con el sector privado y la sociedad civil, y con los datos en mano, el Estado puede ayudar en el proceso de encadenamiento de producción de comercios y empresas. El encadenamiento implica crear un espacio donde se generen enlaces entre diferentes empresas y/o comercios, donde cada uno compone un eslabón (de la cadena de servicio o producción) con el objetivo de ser más productivos, eficientes y competitivos. (Daniel Arango, www.portafolio.co/economia/encadenamientos-productivos-internacionalizacion) Al crearse estos vínculos, entonces se logra una penetración económica más amplia y de mayor impacto. Como resultado, se generan oportunidades y empleos en diferentes sectores de la sociedad, a lo que se suma la capacidad de añadir valor a la economía.
Varios gobiernos en nuestra región están participando en este tipo de esfuerzo con resultados positivos, entre ellos Costa Rica, México, Chile y Colombia (e.g. “Encadenamiento Productivo”, http://www.cepal.org/; “Informe Final: Encadenamientos y exportaciones”, http://www.estadonacion.or.cr). Su estrategia se basa en conocer mejor las empresas existentes, e identificar las oportunidades que pueden surgir al encadenarse.
El encadenamiento productivo tiene varias vertientes. Entre ellas está la que enfatiza lo local, como también la cadena a nivel global. Un ejemplo del encadenamiento local puede visualizarse en el sector del turismo. Al llegar al aeropuerto, la experiencia de nuestros visitantes normalmente se limita a ir directamente al hotel y hacer alguna que otra gira. Pero si se establecen lazos más estrechos de colaboración mutua entre hoteles, aerolíneas, transportistas, restaurantes locales, suplidores de alimentos y bebidas, museos, eventos musicales o culturales, operadores de tours especializados, y los distintos puntos de interés turístico como El Yunque, El Morro, el Observatorio de Arecibo y las Cavernas de Camuy, entre otros, el turista puede llevarse una experiencia más completa y placentera de su visita a la Isla. De esta forma, no solo logramos maximizar todos los activos de nuestra región que se puedan interconectar, sino que aumenta la aportación que hace ese visitante a nuestra economía.
Igualmente podemos lograr ventajas competitivas estableciendo procesos de encadenamiento en otras industrias, como por ejemplo, en la producción de biocombustibles. En este sector, no necesariamente tenemos la materia prima (como la tiene Brasil), pero sí tenemos el recurso humano capacitado (con adiestramiento adicional) que nos permitirá, tanto procesar biocombustibles como desarrollar investigación científica en este campo. Insertándonos como un eslabón en esta cadena global, podríamos generar un desarrollo económico que hoy no estamos capturando.
Como vemos, una estrategia de desarrollo económico no se logra con tan solo ofrecer incentivos contributivos, y menos aún aumentando el presupuesto gubernamental. Se necesita reducir los obstáculos actuales, identificar objetivamente los sectores de competitividad regional, y encadenar los activos existentes (o fomentar la creación de los que falten) para maximizar la producción y el valor añadido de nuestra economía. Con tantos activos que tiene nuestra Isla, es cuestión de planificar y ejecutar, con una visión clara y definida que nos dirija hacia un mejor Puerto Rico.
Twitter: @ricardorossello
El Vocero de Puerto Rico | martes, 16 de septiembre de 2014